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Perspectiva: El COVID-19 menguará, pero sus efectos serán permanentes. Antes co…

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Perspectiva: El COVID-19 menguará, pero sus efectos serán permanentes.

Antes como antes y ahora como ahora. José Ma. Leyva. (Cajeme). 1885-1887. Caudillo Yaquí y Alcalde Mayor del Río Yaquí en Sonora.

El mundo en sí no cambia con el COVID-19, la edad de la tierra (y evolucionando) se estima en 4,467 millones de años. La sociedad, cada uno de nosotros, regiones y países, sí habrán de cambiar y adaptarse a nuevas dinámicas e interacciones.

El COVID-19 nos agarró a todos y refiero a Nassim N. Taleb (Libano, 1960), en su libro "Antifragil" (2012): – La madre naturaleza no es simplemente “segura", es agresiva cuando destruye y reemplaza, cuando selecciona y organiza -.

Hoy día la especie humana es la más extendida en la tierra, con una población aproximada de 7.7 mil millones de habitantes, dicho esto cabe preguntarse si la podemos equiparar a "especie invasora" por sus impactos en los ecosistemas del mundo, así mismo, al ser la especie de mayor predominio es más vulnerable, como lo muestra la pandemia del COVID-19.

Sobre el COVID-19, Paul Krugman, Premio Nobel de Economía, reflexiona y cuestiona en el DIARIO EL PAÍS (Madrid, España, 30.05.2020): El No morirse contribuye también mucho a la calidad de vida (algo que muchos países dejan de lado). Agrega que el distanciamiento social, aunque haya reducido el PIB, ha valido la pena ya que las previsiones epidemiológicas son enormemente inciertas, lo que exige más cautela, no menos.

Krugman añade el dilema de Estados Unidos (y por supuesto de muchos países como México): Si abrimos demasiado tarde, perderemos algo de dinero. Si abrimos demasiado pronto, nos arriesgamos a que se produzca una segunda oleada explosiva de infecciones, que probablemente obligaría a un segundo confinamiento, aún más costoso. La insistencia en retomar la actividad normal podría no provocar un gran número de decesos. Pero seguramente los causará, porque la presión para reanudar la actividad se apoya en una base de terca ignorancia.

Además refiero un interesante análisis sobre expectativas, limitaciones y áreas de oportunidad respecto la vacuna para el COVID- 19, del DIARIO EL PAIS (Madrid, España. 31.05.2020):

Las elecciones presidenciales de Estados Unidos son el 3 de noviembre de 2020. Una vacuna que elimine la peste del COVID-19 es la mejor promesa electoral imaginable. La historia no invita al optimismo. Solo hay 26 enfermedades con vacuna, según los datos de la Organización Mundial de la Salud. Llevar una vacuna del laboratorio a la calle ha requerido, hasta ahora, un promedio de más de 10 años y eso cuando se consigue.

Sin embargo el mismo artículo complementa:

Cualquier comparación con el pasado, no obstante es engañosa. “Las enfermedades infecciosas iban por carreteras secundarias y ahora estamos en la Fórmula 1. Nunca como ahora la ciencia había funcionado de manera tan rápida” en los cinco meses transcurridos desde que se identificó el nuevo coronavirus en la ciudad china de Wuhan se han desarrollado 125 candidatos a vacuna y 10 de ellos ya se están probando en humanos en EE UU, China, Alemania y Reino Unido.

Es un hecho innegable que sin vacuna y cura para el COVID-19, el riesgo seguirá presente en todas las latitudes. El desafío para el mundo es económico, social, sanitario y empresarial. Solo para ejemplificar dimensión y efectos, el Secretario General de la OECD (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico), José Ángel Gurría, en la última semana de mayo, mencionó que 1,000 millones de niños dejaron de asistir a las escuelas.

La movilidad humana implica que tarde o temprano aparecerá en todo el mundo, como hemos sido testigos con la propagación. Las medidas tomadas por las naciones para restringir los contagios colapsaron las cadenas o redes de producción. El aislamiento de la sociedad propició disminución y cambios serios en demanda y consumo de productos, bienes y servicios en el ámbito global, regional y local. La locomotora de la economía se paró.

Los países empezaron a tomar diversas medidas para paliar la pandemia, destacando en el concierto internacional el cierre de fronteras, afectando el de por sí ya mermado comercio internacional.

La vuelta a la normalidad no está asegurada, las economías del mundo tenderán a cerrarse, es decir, no más globalización, habrá aranceles en muchos casos, el comercio internacional se reducirá a zonas geográficas buscando cadenas de suministro más cortas (lo cual eventualmente favorecerá a México por su cercanía a Estados Unidos), el costo del dinero irá a la alza, incluso con la probable desaparición de las tasas negativas de los países desarrollados y quizás continuarán las restricciones a la migración.

Los efectos en algunas ramas de negocios son visibles: Caída de la industria del ocio (aunque el turismo rural / natural no aglomerado repuntará), quiebra de tiendas detallistas, de bienes raíces de oficinas, entre otros. Por otro lado, hay giros con revalorizaciones importantes, como es el mundo digital, destacando los servicios de comercio electrónico y en red o línea, la consolidación de trabajo desde casa (home office, incluso con contrataciones interpaíses, sin pasar por trámites migratorios), por citar algunos.

En el ámbito agroalimentario también hubo consecuencias. El cierre de rastros y plantas procesadoras de carne en Estados Unidos por afectaciones de COVID-19 de sus empleados, afectó la cadena de suministro de abasto estadounidense, el ganado no podia salir de los corrales de engorda a los frigoríficos y se detuvo la oferta de carne, así, la carne mexicana gana espacio en el mercado estadounidense, al tiempo que los precios del ganado de exportación mexicano a Estados Unidos descendieron, a su vez esto con efecto encadenado en el mercado del sur-sureste de México de baja en precios.

En un arrebato de proteccionismo, el presidente Donald Trump planteó la posibilidad de detener las importaciones de ganado para ayudar a la industria de la carne.

El detener las importaciones de carne y ganado en pie (en Estados Unidos), podría dañar la demanda y provocar consecuencias no deseadas en la cadena de suministro del mercado México-Americano, ya que aunque existe la competencia, estos también son complementarios. Estos son ejemplos de las amenazas y retos que nos trae por ahora el COVID-19.

Otro aspecto que se observo en la demanda de carne bovina en Estados Unidos, fue el cambio en el consumo, los restaurantes bajaron sus pedidos de manera importante y las cadenas de supermercados lo aumentaron, debido al confinamiento de la población. Sin embargo la red de suministro enfrentó problemas por no poder surtir el cambio de producto que requirieron los hogares, diferentes al de las cadenas restauranteras.

Con esta situación, hoy se estima existen excedentes de ganado en Estados Unidos (lo cual incide también en el mercado mexicano), este fenómeno se observo particularmente en la cadena de carne de cerdo, donde a nivel de granjas hubo de sacrificarse lotes que no se pudieron comercializar. Cabe mencionar, es de esperarse, que al reactivarse la demanda de carne, al inicio habrá un déficit por la afectación a la cadena de suministro.

Es importante destacar, que la actividad del campo es irreemplazable, la población seguirá requiriendo alimento, pero ante estos escenarios de incertidumbre y volatilidad de los mercados, los productores que no sean eficientes van a ser reemplazados. Una cuarentena extendida habrá de causar muchos dolores de cabeza.

La producción primaria rentable y eficiente seguirá siendo un negocio de escala, agregación de valor y de integración. La inversión de una unidad de producción primaria pecuaria es muy elevada en comparación con su rentabilidad, versus la inversión requerida para una carnicería, que es menor y con márgenes mayores de rentabilidad.

Los productores y sus organismos gremiales, en estos tiempos habrán de romper fronteras mentales como ya se hace en otras actividades económicas, el proceso de cambio evidentemente no es fácil, ya que depende de capacidades y actitudes: Existen quienes pueden y no quieren; quienes no pueden y quieren; y los que pueden y quieren.

La incertidumbre reina por doquier, en muchas ocasiones creemos saber lo que debemos hacer, pero la paradoja es que quizás no sabemos lo que no hay que hacer. En el mundo médico esto es muy claro con lo que denominan "Iatrogenia", que refiere a un daño que el enfermo no tenía, derivado de la atención médica.

Las crisis emergentes siempre aparecen, al no tomar acciones o posponerlas esta se magnifica. La afanosa búsqueda de la vacuna y cura al COVID-19 está poniendo a prueba a gobiernos, negocios y sociedad, todas las naciones están enfrentando el mismo desafío, se han dado decisiones desesperadas, parecidas al "sálvese quién pueda", sin embargo también están surgiendo oportunidades. Hoy, más vigentes que nunca, cito dos frases históricas de destacados filósofos: "Lo único constante es el cambio", que refiere las dificultades de adaptación a nuevas circunstancias y "Yo solo sé que no sé nada", que nos hace ver que no se puede saber algo con la absoluta certeza, así que habremos de tener cuidado y no perder la perspectiva de hacia donde vamos y queremos llegar.

César Rafael Ocaña Romo. M.Sc. in International Agricultural Sciences. Universidad Humboldt, Berlín, Alemania.


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